G. I. Gurdjieff se valió de múltiples medios para transmitir su enseñanza, pero siempre dio especial importancia a este libro, cuya meta, según sus palabras, es nada menos que “extirpar del pensar y del sentimiento del lector, despiadadamente y sin la menor componenda, las creencias y opiniones , arraigadas desde siglos en la psiquis de los hombres, acerca de todo cuanto existe en el mundo”.
El protagonista, testigo y hábil narrador oral de estas historias, es un anciano y experimentado Belcebú, quien, tras haber pagado por sus pecados de juventud y haber sido perdonado por Su Eternidad, asume con tesón la educación de su nieto Jasín por medio de relatos y reflexiones perspicaces sobre la vida humana en nuestro lejano y atribulado planeta.
El resultado es una de las obras más desafiantes y gratificadoras de la literatura filosófica moderna , un verdadero “mar de cuentos” y de ideas que uno podría explorar durante toda la vida. Majestuoso en escala y contenido, con una prosa y un estilo de desbordante inventiva, sus páginas revelan vastas dimensiones, desde la génesis del cosmos y el desarrollo de la vida en todos los niveles, hasta la más minuciosa narración que manifiestan la profunda comprensión de Gurdjieff acerca del significado y el propósito de la vida sobre la Tierra.
Gurdjieff estaba convencido de que un conocimiento real y completo había existido en la antigüedad y de que debía de haber sido conservado y transmitido oralmente de generación en generación.
Durante sus múltiples viajes e investigaciones encontró una serie de tradiciones y escuelas de conocimiento, a partir de las cuales descubrió una ciencia fundamental que reconciliaba todos los credos tradicionales, y pudo así formular una síntesis adecuada para el hombre contemporáneo.