¿Crees que bastan treinta segundos para proyectar lo vivido y desvelar lo que está por venir?
Beth vio algo cuando se debatía entre la vida y la muerte y ahora está segura de que logrará su sueño, de que llegará a ser una anciana feliz y satisfecha, y de que hay alguien con un aspecto muy concreto con quien compartirá el resto de sus días. Sin embargo, el comienzo de la universidad trae nuevas oportunidades, desvíos que tomar y la presencia de Chris, que le hace sentir tantas cosas como nunca creyó posible… solo que no es el chico que marca el destino.
Chris cree en el amor, pero no en los «para siempre». Hasta que Beth se cruza en su camino y lo que empieza como un desafío para intentar demostrar que el futuro se escribe día a día se convierte en algo más. Está seguro de algo: no tiene la cara adecuada, pero es el chico adecuado.
¿Está escrito el destino? ¿O puede el amor jugar bajo sus propias reglas?