Me encanta escribir sobre Manuel y mi familia. El encanto radica en sacarlos de las pancartas y darles vida. Ellos no fueron siempre una fotografía como usted los identifica. En este testimonio de vida quiero que usted los conozca tal como eran: seres sencillos y simples, solo seres humanos, nada más».
Durante décadas, la imagen de Ana González de Recabarren ha sido inseparable de las luchas por verdad y justicia en Chile. Fundadora de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, su figura se convirtió en símbolo de dignidad y resistencia frente al horror de la dictadura cívico militar.
Pero detrás de la voz firme que interpeló a gobiernos y tribunales, estaba también la madre, la esposa, la mujer profundamente herida que lo perdió todo: su compañero Manuel, sus hijos Luis Emilio y Mañungo, su nuera Nalvia, y la criatura que ella esperaba.
Compañera Ana es su autobiografía, donde la historia política se entrelaza con la memoria íntima.
En estas páginas, Ana da vida a los suyos, no como mártires anónimos, sino como personas de carne y hueso: trabajadores, soñadores, militantes. Y en ese gesto, rescata también su propia voz, marcada por el dolor, pero también por el amor, el humor, la esperanza y la rabia transformadora.