En pleno desierto, los CNI Hernández, Villanueva y el taxista sapo y narcotraficante flaite, Abaroa, llegan con sus autos al desierto. Hacen bajar a dos hombres (funcionarios bancarios de 27 y 51 años) con los ojos vendados bajo la excusa de tomarles fotos para simular un secuestro.
En ese lugar los ejecutan fríamente con sendos disparos en la cabeza. Arrastran sus cuerpos por la arena y dejan los cadáveres al costado de una loma y los acuestan en una cama con 16 kilos de dinamita, que hacen explotar con una larga mecha en medio de una extraña tormenta de polillas que anidan en los relaves de Chuqui. La carga estalla, los cuerpos despedazados se pierden en uno de los cielos más claros del mundo.
Es una gran historia sobre el robo a un banco, un macabro asesinato y su posterior juicio y ajusticiamiento por el poder militar.