Hildegarda de Bingen nace en Bermersheim, en el sur de Alemania, en 1098. Frágil y enferma, los asistentes al parto vaticinan que no pasará de la noche. Pero sobrevivirá, y este no será más que uno de los hitos de su prodigiosa existencia. Desde pequeña tuvo visiones, y a los diez años la recluyeron en un convento. Además de ser poeta, compositora, bióloga y mística, inventó la medicina natural y la cerveza tal como se fabrica hoy, y fue la primera persona en escribir sobre el orgasmo femenino. Esta monja de alta cuna a la que sus miles de seguidores apodarían la Sibila del Rin estuvo al frente del monasterio de Bingen; creó una orden de religiosas vestidas de blanco y sin velo, que durante las oraciones bailaban en círculos con flores en el pelo; se codeó con la nobleza, y arriesgó su vida desafiando a la Iglesia y hasta al emperador Barbarroja.
Anne Lise Marstrand-Jørgensen ha escrito una premiada novela biográfica, monumental y conmovedora, sobre una mujer que los historiadores equiparan a san Agustín o Leonardo da Vinci, «una de las grandes heroínas de la Historia, cuyo legado iniciaría la expresión feminista más prematura. […] Fue un fenómeno irrepetible, de los casi inexistentes que no terminaron en la hoguera»
Eugenia Miras, ABC.