Esta es la primera pregunta que Elio se hace despues de que Eva, su hermana, su compañera inseparable y su amiga del alma, caiga desde lo alto de una azotea. En ausencia de Eva, tan inteligente, tan inquisitiva, tan exigente e intolerante a la injusticia, ¿quien es Elio? ¿Quien es Mónica, su madre, a quien la adolescencia había colocado a mil planetas de distancia de su hija? ¿Que lugar ocupa en este juego de ausencias Mateo, el psiquiatra de Elio, que tiene que ayudarlo a transitar por el duelo de una perdida que primero debe desentrañar si ha sido accidental o provocada?
Elio no sabe cómo se llama un mellizo cuando el otro muere, pero sí sabe que Eva ya no está, ha volado. Lo que ella siempre ha querido.
Ahora tiene que decidir que desea hacer el: cómo contar que le ha sucedido a su hermana, y con su propia vida.