Augusto Cury asegura que nunca ha habido tantos prisioneros en las sociedades libres como ahora. En efecto: los celos nos someten a una pesada condena emocional que cargamos continuamente, y afectan a hombres y mujeres de todos ámbitos, profesiones y clases sociales. Quien dice amar al otro pero intenta cambiarlo y controlarlo, vive en un estado de desamor propio, frustración e insatisfacción que no se llenará nunca. Por eso no basta con amar sólo con la emoción: hay que amar con sanidad y con una dosis de inteligencia. Para que la relación tenga cimientos fuertes y perdure, debe proceder de una mente y corazón equilibrados. Y como afirma el autor: los celos son una enfermedad que hay que curar si perseguimos el sueño de ser nosotros mismos, amar y ser amados, y vivir libres de cadenas emotivas.
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