Hace casi un año que la joven hondureña Teresa Lanza saltó al vacío desde una ventana. En este tiempo nadie ha conseguido explicarse por qué la muchacha decidió quitarse la vida. Pero Teresa, aun muerta, no se ha marchado del todo. Su sombra y su mirada siguen planeando por los lugares que frecuentaba cuando estaba viva. Ella busca respuestas, pero no es la única.
Una mañana, en las rejas de las casas donde limpiaba Teresa, aparecen colgados unos carteles anónimos con su foto, una cruz negra y, escrito a mano: «¿QUIÉN MATÓ A TERESA LANZA?».
A partir de este momento las vidas de cinco amigas y las de sus familias ya no volverán a ser las mismas. Confiaron sus hogares a Teresa, pero ahora el recuerdo de la joven se ha convertido en una amenaza que podría destapar sus secretos más ocultos.