El 18 de octubre cambió no solo Chile, sino también nuestras conversaciones y grupos de Whatsapp. De un momento a otro nos vimos inundados de diagnósticos trágicos y juicios demoledores. La misma sociedad que en los noventa se entendía a sí mismo como el orgulloso jaguar de Sudamérica renegaba ahora de su pasado inmediato con una mezcla de vergüenza y rencor. El iceberg del neoliberalismo chileno parecía exigir una refundación de los cimientos de esta comunidad torcida.
En efecto, los sueldos siguen siendo bajos y las pensiones son, con preocupante frecuencia, insuficientes para llevar una vida digna. En efecto hay abismos entre la salud y la educación que reciben quienes pueden costear los servicios privados y quienes deben contentarse con la oferta pública. En efecto, la desigualdad que arrastramos desde la colonia supera con mucho las asimetrías esperables de la heterogeneidad humana. Y podríamos seguir, pero ¿justifica nuestra trayectoria reciente un remezón copernicano?
El bombardeo de información al que hemos sometido estos meses configuran un enjuague inconexo de verdades objetivas, exageraciones y francas mentiras. Este libro es un intento por dotar de sistematicidad a aquella catarata inorgánica de consignas, memes y videos virales. Hay problemas acuciantes y necesidad de reformas profundas, sin duda, pero si por ello concluimos que debemos dinamitar el camino recorrido no solo no podremos repartir mejor la torta, sino que no nos quedará torta alguna que repartir.