Le gustaba la vida que le había tocado, le gustaba aprenderánuevos círculos de invocación, nuevas formas de provocar aásu caballero protector, de evitar sus deberes o robar mandarinasáde las cocinas. El peso de la corona recaía en su hermanaáSera, quien se la merecía más que nadie y a quien Nize queríaámás que a nadie.
El día en que Sera fue asesinada, Nize perdió dos vidas: la de su hermana y la suya propia.
Ahora es el quien ha de heredar la corona, pero al príncipe poco le importa el trono; solo vivirá por y para encontrar al asesino de Sera, así tenga que romper todos los tabúes de su religión, pactar con mil demonios, derramar sangre, iniciar guerras. Aunque tenga